Por Juan Osorio Flores
1.- Si de lo que se trataba era de
burlarse del gremio periodístico el Día Internacional de la Libertad de Prensa,
lo lograron. Así como despedazaron los cuerpos de Gabriel Huge, Guillermo Luna,
Irasema Becerra y Esteban Rodríguez y los tiraron sin más, allá en Las Vegas II
del Puerto de Veracruz, así de la misma forma destrozaron en cada periodista,
primeramente veracruzano y luego del resto del mundo, la de por sí poca
confianza que teníamos en las autoridades tanto estatales como federales y en
la presunta implantación de una convivencia social basada en el Derecho y la
Legalidad.
Hoy más que nunca sabemos que en Veracruz
la vida no vale nada, tan nada vale, que por eso hasta es tirada a la basura;
una persona, que cortada en pedazos, no es más que un fiambre más.
No hay justificación, explicación o
investigación que devuelva la vida a Gabriel, a Guillermo, a Irasema, a
Esteban, a Regina, a Milo, a Yolanda, a Olguín; las sesudas pesquisas, las
incesantes declaraciones, explicaciones, análisis, hipótesis y demás, no sirven
ni servirán para grande sea la cosa, y esto, en el muy remoto caso de que tales
"investigaciones" arrojaran en realidad a un responsable directo de
estas atrocidades, lo cual se duda en 99.9 por ciento.
No se trata de la vida de periodistas; se
trata de la vida de personas, de seres humanos, que según la Ley que nos rige,
tienen Derechos, incluido el caso de que fueran delincuentes. Quizá por eso las
Comisiones Estatal y Nacional de los Derechos Humanos emiten constantemente
recomendaciones para que al preso fulano de tal, que purga condena por
homicidio, se le trate bien; para que los elementos de las policías
uniformadas, no le rompan la madre al ladrón, violador, asaltante o delincuente
en general que es detenido por ellos.
Vaya, si los delincuentes tienen hasta el
derecho de recibir comida, "buen trato" y hasta visita conyugal en la
cárcel, todo en nombre de Los Derechos Humanos.
Por eso suena ofensivo cuando un
sedicente vocero gubernamental expresa ante un hecho como este: "es que
estaban metidos en negocios sucios"; "es que tenían relación con
delincuentes", "es que fue un asunto pasional". O sea, y es
pregunta, ¿entonces los muertos se ganaron esa muerte?. ¿Se la merecían?.
¿Ellos se lo buscaron?.
Entonces en dónde está el Derecho y la
Legalidad.
No. No cabe duda que estamos ante un
pueblo sin Ley y ante el más absoluto desamparo. Un minuto de silencio y una
ola de coronas y arreglos florales no rellenan el hueco dejado. No sirven.
Tales prácticas son mero protocolo. Es más, las flores dejadas a lado del
féretro, ni siquiera son vistas ya por el difunto. No sirven.
Hemos llegado al grado de que la Justicia
que exigimos el gremio periodístico, no se limita a presentar a un presunto
responsable del homicidio, sino a la exigencia de que se detenga a la Voz de ya
esta matanza, este reguero de sangre. Estas escenas sacadas de las más crudas
películas. No más.
Lo que le exigimos al Gobierno de
Veracruz, es que de una vez por todas, pare ya este río de sangre que corre por
cada calle, colonia, congregación y ciudad de Veracruz, no solo de periodistas,
sino de jóvenes, señoritas, mujeres, hombres y hasta ancianos que han sucumbido
en la más absoluta impunidad.
Le dijo Javier Sicilia al Presidente de
la República, al Jefe de Gobierno del DF y a más de 16 Gobernadores reunidos en
México hace poco más de un año: "si no pueden señores, renuncien".
¿Es ofensivo pedirle a las autoridades
que cumplan con su deber?. ¿Es insultante reclamarles que pongan un alto
rotundo a la delincuencia?. Pues entonces oféndanse, porque eso es lo que
muchos ciudadanos, principalmente los deudos de quienes ya no volvieron a casa
como siempre, están exigiendo: Si no pueden, renuncien.