jueves, 21 de septiembre de 2023

Huamantla y su Museo Taurino

Camilo Hernández

Columna Variedades

Visitar el hermoso “Pueblo Mágico de Huamantla” es trasladarse en el tiempo y reencontrarse con la fiesta brava de la cual es un referente nacional, “cuna” de grandes toreros que han hecho historia en México y otros países.

Combina perfecto su ambiente pueblerino, el bello centro histórico con música en vivo, dulces típicos y una gastronomía deliciosa que atrae con sus aromas en el mercado municipal.  

Taurino por tradición, destaca su Museo en la calle principal, con una exposición muy completa y detallada de la fiesta de los toros, fotografías históricas de momentos emblemáticos de las corridas en distintas épocas, carteles, réplicas en miniatura de plazas de toros, trajes de famosos toreros y bellos murales…

“Existen cuatro salas de exposición donde se muestra la variedad de objetos pertenecientes a la fiesta brava. Se expone una colección de maquetas de las principales plazas de toros del país, además de la historia y arte de la tauromaquia en esta localidad, carteles del siglo XVIII, suntuosos trajes de luces, muletas, capotes, banderillas, notas periodísticas de toreros renombrados  tlaxcaltecas, objetos personales de los más celebres y antiguas fotografías de los más famosos matadores del estado de Tlaxcala y algunos del país. También tiene una colección de los fierros  de las ganaderías tlaxcaltecas y un espléndido mural de la fiesta brava en Tlaxcala”; la descripción que se expone en el Museo Taurino.

Ubicado muy cerca de la ciudad de Tlaxcala, definitivamente es un lugar que todo amante de la fiesta brava debería conocer, la reseña histórico-gráfica del Museo se exhibe en cuatro salas, un recorrido de muchas décadas, de instantes inolvidables, varias fotos y carteles de cuando se vivieron los años maravillosos de mayor arraigo en nuestro país. 

Nuestro amplio reconocimiento porque a través de estos espacios se fomenta entre las nuevas generaciones “el arte taurino”, conservando al paso de los años un importante acervo, muy valioso para México. 

La “Huamantlada” en agosto es una de las festividades más populares, un espectacular evento parecido al que se realiza en la ciudad española de Pamplona, cuando se sueltan varios toros de lidia por las calles, la gente usa capas y prendas rojas para atraerlos, participando con toda la pasión taurina. También muy tradicional “La Noche que Nadie Duerme” (noche del 14 de agosto y madrugada del 15), cuando se elaboran con aserrín, semillas y flores coloridos tapetes, alfombras monumentales adornan las calles principales, son una serie de actividades en honor a la Virgen de la Caridad, Santa Patrona.

Y definitivamente caminar por las calles de este pintoresco municipio de Tlaxcala es llenarse de energía, con un hermoso parque que invita a relajarse; mientras se aprecia la arquitectura antigua de sus construcciones -de estilo francés-, como -por ejemplo- la parroquia o la presidencia municipal.

*** PUEBLO MÁGICO.- Huamantla, considerada como heroica y zona monumental por sus antecedentes históricos, obtuvo la denominación de “Pueblo Mágico” por parte de la Secretaría de Turismo del gobierno federal desde el 14 de agosto de 2007.  

*** “TLAXCALA SÍ EXISTE”.- El promocional turístico que difunden de un estado extraordinario, a título personal compartimos que lo hemos visitado en varias ocasiones, y no terminamos de conocer su inmensa riqueza histórica y cultural, hay una diversidad de atractivos para los paseantes en cada rincón, además mucho que saborear con la rica gastronomía tlaxcalteca, así como su exquisito pan y dulces típicos. Además de ser una “joya cultural”, en cierta época del año (junio-agosto), otro gran atractivo turístico para recorrer es el mágico “Santuario de las Luciérnagas”. 

¡Agradezco el favor de su atención!

D.M. Nos saludamos hasta la próxima entrega.

martes, 19 de septiembre de 2023

¿Qué hizo Dios el octavo día?

Jorge Arturo Rodríguez

Tierra de Babel 

           Sí, cada quien su vida, siempre y cuando no afectemos a los demás. Vivir en paz. Suena bonito, pero como que la paz se nos esconde y nos quedamos con un sinnúmero de arrebatos, impulsos, desdenes, rencores, envidias, odios y pendejadas. Nos gusta la discordia, nos emociona; nos encanta viborear y maldecir, la hipocresía andando, pa’ luego, con el mínimo pretexto, iniciar el pleito, la discusión estéril, la guerra, escupir ponzoña, como que eso nos hace vivir. Pasa hasta en las mejores familias y, desde luego, entre comunidades, países enteros.

             No se nos da tan fácil vivir en paz, al menos no a la mayoría. Decía mi amigo Max Aub que siempre queda el remedio de hablar mal de la gente, y mi estimado Eduardo Césarman me comentó que hablar bien de alguien o de algo nunca es tema interesante de conversación.

             Nos estamos perdiendo en simplezas, en irracionalidades y caemos en el abismo del caos, acicalados por el internet y la vanidad. El amor y la paz quedan en segundo plano, de plano. Me pregunto, con Max Aub, ¿qué hizo Dios el octavo día? ¡Qué hueva pensar en eso! Hay que vivir de nimiedades, comer, tragar, beber… ¿Para qué complicarse la vida si ya de por sí…?

             La paz es tediosa, más si no se tiene imaginación. Por eso mejor la guerra, porque trae consigo sus atribulaciones. Jorge Luis Borges escribió que el peor laberinto no es esa forma intrincada que puede atraparnos para siempre, sino una línea recta única y precisa. La paz es lineal, única y precisa, por eso para muchos es un laberinto en el que no queremos estar y menos convivir.

             El 21 de septiembre es Día Internacional de la Paz. ¿Y eso qué? Pos por lo menos pa’ que dejemos de estar chingándonos unos a otros ese día, ¿no?

             António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, vuelve a la carga y ni quien lo pele: “La paz es más necesaria que nunca. La guerra y los conflictos están provocando devastación, pobreza y hambre y desplazando a decenas de millones de personas de sus hogares. El caos climático afecta a todo el planeta e incluso los países en los que reina la paz se ven sacudidos por enormes desigualdades y polarización política”. ¿Y eso qué?

             Vale un carajo lo que dijo Heródoto de Halicarnaso: “Nadie es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba, en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba”. ¿Y eso qué?

             Vale madres que la primera víctima de la guerra sea la verdad, como señaló Hiram Warren Johnson. Porque la mentira nunca ha dejado de estar de moda, ¿o no, Ángel Picón Salinas?

Los días y los temas

Leí una nota muy ilustrativa: “Una tensión arterial superior a 120/80 no garantiza un infarto, pero aumenta el riesgo de sufrirlo, de ahí la necesidad de reducirla. De manera similar al cuerpo humano, el planeta “urge” de cuidados porque, según ha certificado un estudio, ya se han superado 6 de los 9 límites que garantizan su seguridad”. ¿Y eso qué?

             Pos no sé qué, pero creo, con Francisco Sosa, que quien desee vivir en paz con la sociedad debe forzosamente optar por uno de estos dos medios: callar o mentir. Ta fácil, ¿no?

             Recuerden lo que dijo Otto von Bismark: “Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería.”

             ¿Entienden? ¡Sí! ¡México, México, ra ra ra!

             Por eso todos los días me doy el siguiente consejo: desconfía de aquellos que no conocen sus limitaciones, ¿verdad, mi estimado Juan Domingo Argüelles?

De cinismo y anexas

Seamos sinceros, como que cansa tanta verborrea, sobre todo la verborrea política y no sé dónde queda el acto reflexivo, crítico, creativo… Mi recordable Enrique Canales me preguntó: “¿Qué haces cuando al descansar te sigues cansando?” Ahí se las dejo de tarea; mientras les comparto lo siguiente.

             *Hablar y hablar y hablar para demostrar que se piensa mucho: ¿acaso la inteligencia no se manifiesta también en lo que se calla, en saber quedarse callado? (Luis Ignacio Helguera).

             *Pocos hay en el mundo que puedan hacer cosas aparentemente tan comunes como hablar, leer, escribir, pensar… (Luis S. Orlaineta).

         Hasta la próxima.