miércoles, 3 de agosto de 2016

Nostalgias

Abracadabra
Yuri Alejandra Cárdenas Moreno

Constantemente en redes sociales me encuentro publicaciones acerca de algunas de las cosas que solíamos hacer en los años 80’s, 90’s y que ahora, con el desarrollo tecnológico, han pasado a ser obsoletas y quedado en el olvido. Asuntos como llamar a la operadora para que nos enlazara con otra línea, no poder usar la internet mientras alguien estaba usando el teléfono en casa, rebobinar los casetes usando un lapicero, guardar los trabajos en un disquete flexible, grabar nuestros programas favoritos de la televisión en un VHS o sacar un mapa de papel para orientarnos en la calle o la carretera, entre otros, son frecuentemente mencionados por internautas que recuerdan  con nostalgia las cosas más “padres” de aquellos tiempos en los que el crepé estaba de moda en los voluminosos peinados, todos intentaban realizar el “Salto de la gruya”, y escuchaban Thriller en acetatos de vinilo (y no en el disco conmemorativo por la muerte del Rey del Pop).
No puedo decir que yo soy de esas generaciones. Mi infancia y adolescencia (lapso al cual la gente llama “sus tiempos”) transcurrió entre la segunda mitad de los noventas y la primera década de los 2000. Estos siguen siendo mis tiempos. Soy una Millenial –cosa que me hace sentir un poco fuera de órbita- viví el fin del casete y la victoria de los discos compactos, el fin absoluto de la televisión blanco y negro, y la popularización de los teléfonos celulares. Soy usuaria de un Iphone, de Facebook, de Twitter, de Instagram, de Whatsapp y de Pinterest; manejo bien las computadoras, y ya no leo los periódicos en papel, sino en sus versiones digitales. Puede decirse que aunque sí conocí muchas de las peculiaridades de las dos décadas pasadas, estas no formaron por mucho tiempo parte de mi crecimiento; entonces no las extraño, aunque las recuerde con la misma curiosa nostalgia con que los otros las recuerdan.
Sin embargo, hay dos cosas de mi infancia, de mi adolescencia que extraño todos los días, y que estoy segura que usted, amable lector, también extraña como yo:
1. No tener miedo. 
Uno de los males de las generaciones actuales es el miedo. Todo nos da miedo por razones distintas. Nos da miedo salir de casa por la inseguridad, nuestros niños ya no salen a jugar a la calle por nuestro miedo a que les pase algo. Nos dan miedo el mundo porque todo nos da cáncer: tomar el sol, comer embutidos, beber sodas, usar desodorante, usar ropa sintética, comer verduras transgénicas, maquillarnos, usar el celular. Nos da miedo confiar en la gente para cualquier negocio, trato, compromiso, hasta para mantener relaciones sentimentales, porque ya nadie es de confiar, detrás de todo puede haber un fraude. Nos da miedo el futuro, porque ya no hay trabajo para nadie, porque se va a acabar el agua del planeta, porque la violencia cada vez es mayor. Y así, vivimos con miedo, y ya quedó atrás el tiempo en el que salíamos a la calle despreocupados, comíamos bien y de todo, no sufríamos de tanta obesidad y enfermedades como la diabetes y el colesterol, saludábamos a los vecinos y todos confiaban en todos porque existía la palabra y el honor. 
2. No vivir estresado.
El estrés ha existido siempre puesto que es una condición de irritación del sistema nervioso, y claro que problemas siempre ha habido en todas las épocas y las vidas humanas. Sin embargo, hoy más que nunca somos una cultura del estrés. Las ciudades se han abarrotado de más y más personas, todos con demandas y necesidades. Todo hace falta, más caminos, más alumbrado, más servicios, más transportes, más hospitales, más viviendas, más espacio, más trabajos y más sueldo. Y cuando el gobierno no logra satisfacer todas estas necesidades –sea por ineficiencia o por corrupción- las personas se frustran y se enojan, y viven con estrés, de la noche a la mañana. Estrés que probablemente antes calmábamos con los clásicos divertimentos: actividad física, cine, lecturas, música, una mejor alimentación; y que ahora tratamos de atenuar con juegos para celular, un constante uso de las redes sociales, ingesta de comida rápida y alimentos chatarra, provocándonos problemas de salud, y más estrés y más frustración. 
Por otro lado, la paciencia es clave para eliminar el estrés, y esta sociedad de lo inmediato se ha dedicado desde hace años a dinamitar el arte de la paciencia. Antes la gente sabía esperar: al cartero, a que llegara una llamada en la caseta, un telegrama, a que se cociera un alimento en el fuego de la estufa, al día siguiente para charlar con alguien, a que se rebobinara la película en la regresadora o en la videocasetera, a que acabara una canción completa en la radio para seguir grabando en la grabadora. En fin, ahora todo es “instantáneo”, “express”, “entrega inmediata”, “listo en sólo 3 minutos”, “always on-line”, “abierto las 24 horas”, “abre fácil”, con función de “auto-play”, etc. Y la gente ya no sabe esperar, no espera ni respeta los tiempos, suyos o de los demás, generando estrés colectivo, prisa y ansiedad. De eso vivimos hoy. 
Quizá haya más cosas similares que perdimos en este devenir de los años. Pero creo que el miedo y el estrés son los dos factores que nos caracterizan a los que vivimos en este siglo, sin importar nuestra nacionalidad  o condición social. Somos adultos miedosos y ansiosos. Y eso degenera en todos los problemas que nos aquejan hoy en día. 
Si tenemos una sociedad presa del miedo, los cambios sociales son casi imposibles de realizar, porque no hay fe en el futuro y por lo tanto no se invierte trabajo y energía en mejorarlo. Si tenemos una sociedad que vive estresada, el progreso va muy lento, porque no hay personas plenas que exalten el espíritu humano a través de descubrimientos y creaciones. 
La modernidad se llevó consigo el casete, y la VHS, y tal parece que eso nos preocupa más que la tranquilidad y la confianza que nos han arrebatado todos estos avances, si es que así se les puede llamar. 
Nos dieron alas, pero nos cortaron las piernas. Y nos dieron la capacidad de acelerar el tiempo, pero nos quitaron la capacidad de disfrutarlo. 

lunes, 1 de agosto de 2016

Tavata ¿nueva ideología priísta?

Sin tacto
Sergio González Levet

Ha sido un escándalo en redes y llegó hasta los medios impresos y electrónicos el bonito texto que publicó en su Facebook la funcionaria priista Tavata Calderón Heredia, en donde deja manifiesta la profundidad de su pensamiento -que expresa con un florido lenguaje- sobre un asunto que implica a las mujeres jóvenes de Veracruz.
Y bien, porque ella se ostenta, ni más ni menos, como “Subsecretaria de Mujeres Jóvenes del PRI” estatal, aunque no sé por qué proceso de elección interna llegó a tan importante posición.
Y perdonen si lo de “importante posición” parece un sarcasmo, pero lo cierto es que resulta de gran relevancia para nuestra sociedad toda dependencia, oficina, organización o agrupación que se ocupe sobre el tema de los embarazos en mujeres jóvenes, en adolescentes, en niñas… que son como un azote de Dios en nuestros días y en nuestro estado.
No sé qué estudios tenga la señora Tavata. No alcanzo a determinar si, como es usual en los nuevos tecnócratas priistas que ahora dominan el partido a nivel nacional, ella ha hecho estudios en el extranjero y tiene alguna maestría o doctorado sobre el tema en alguna universidad de prestigio internacional.
Pero sí es indudable su emoción ante el tema, el apasionamiento intelectual con el que lo aborda, al grado que le rebasa el intelecto y deja que el corazón (y la lengua) se manifiesten en toda su extensión.
Vean lo que puso -con perdón de ciertas altisonancias, muy en boga entre nuestras mujeres jóvenes actuales, como ella-:
“TODAS LAS QUE ANDAN LOQUEANDO Y DANDO LAS NALGAS”, TENER “TANTITA PUTA. MADRE PARA EVITAR QUEDAR EMBARAZADA SI NO LO DESEAS” PARA NO CONVERTIRSE “EN ASESINA SOLO POR LA CALENTURA DE UN RATO”.
Es tal su preocupación, que hasta la sintaxis más primaria olvida, pero un buen lector puede entresacar de esas oraciones mal construidas algún contenido comprensible y entender que ella está dando consejos de oro a sus iguales, como corresponde a toda una funcionaria de un partido que tiene como divisa: la “Democracia y conciencia social”.
Todo lo que Tavata puede ser inconsciente con la gramática lo es en antónimo con su exhortación a que las mujeres se cuiden.
En esta otra pieza que también hizo pública, la subsecretaria priista insiste sobre el tema y extiende su recomendación a las mujeres de todas las edades, ya no solamente a las adolescentes, sino a, válgame Dios, “las que andan loqueando y dando las nalgas a quien sea”. Hay que ver la cita completa porque no tiene pierde:
“Es cierto no se necesita una relación ‘formal’ para sostener relaciones sexuales con alguien, lo que se necesita es tantita puta madre para evitar quedar embarazada sino lo deseas, y no hablo sobre niñas adolescentes nada más sino de todas las que andan loqueando y dando las nalgas a quien sea, sin siquiera cuidarse y que traen hijos al mundo a sufrir, sin la mínima disposición de amarles y de forjarse una responsabilidad para mantenerlos y criarlos.”
Frutos de los nuevos tiempos… el partido hecho oposición por primera vez en Veracruz… el pensamiento profundo pero accesible… ¿el nuevo PRI que se nos avecina?
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