Línea Caliente
Edgar Hernández
Premio Nacional de Periodismo
Que se tenga memoria en la historia de Veracruz, no se había observado el fenómeno de una prensa tan crítica, tan analítica, tan de denuncia pública como la que hoy se registra en estas tierras ribereñas.
Salvo dos que tres, los medios de comunicación en lo general, prensa, radio, televisión y redes están viviendo una verdadera metamorfosis, una revolución en su libertad de expresión.
La autocensura la echaron al bote de la basura tras la pérdida de convenios y apoyos en efectivo y la reseña de los hechos públicos, denuncias ciudadanas, revelaciones de un mal gobierno producto de políticas públicas desacertadas y sensibles desvíos de recursos financieros, alcanza momentos estelares que ya mismo se traducen en sus tirajes.
Las notas informativas, las fotografías, los cartones, las columnas políticas y artículos de fondo hoy se muestran en un tono más apegado a la realidad que vive el gobierno Veracruz tan acostumbrado a la lisonja y el boletinazo.
Y lo que son las cosas.
Esta génesis se da en automático tras la debacle financiera que tiene en quiebra técnica al gobierno que encabeza el señor Javier Duarte. Se sucede tras la luna de miel de los Juegos Centroamericanos y la Cumbre de Jefes de Estado.
Es cuando se registra el punto de quiebre.
A la crisis financiera y las revelaciones de la Auditoria Superior de la Federación por daño patrimonial multimillonario, se sumó la fractura política del partido en el poder, caldos de cultivo para la expresión ciudadana manifiesta en los medios.
Veracruz tras descubrirse que las arcas estaban vacías, saqueadas, entró en una real atonía. El campo paralizado, al igual que la industria de la construcción y el desarrollo en lo general.
Tras el endeudamiento público que tiene postrados a los empresarios de este ramo por un monto de 26 mil millones de pesos no se arriesga un centavo. El comercio organizado solo especula. No da un paso y la burocracia está aterrada con el fantasma de despidos masivos en puerta.
La misma televisora oficial hoy se muestra de cara a su audiencia más informativa, da eco a las expresiones ciudadanas y a los sectores de opinión y participación.
Radio y Televisión Veracruzana está quebrada.
No tiene para pagar sus quincenas. Sefiplan apoya pero no cubre el ciento por ciento de la nómina. No hay para gasolina, no hay viáticos. Impedidos ir a la Cumbre Tajín porque no tienen para desplazarse.
Las revistas, católicas y no, son en extremo punzantes con sus escenarios que reflejan nuestra desgraciada realidad. Ahí sí les ponen nombre y apellido a los pillos.
Un sinfín de publicaciones ya cerraron y quienes sobreviven ajustan sus plantillas de personal. Solo los fuertes sobreviven.
En los medios es tal la confusión de cifras de pendientes y malversaciones millonarias que se perdió el foco de dónde estamos parados. El propio mandatario estatal para evitar el contacto con los “molestos” periodistas –“pinche prensa”, dirían los clásicos- hace reuniones cerradas en casa Veracruz en donde le ponen un escenario declarativo a modo.
Llevan a bultos, es decir, a colaboradores a hacer bulto en escenarios de prensa no reales. A la fuente dejaron de convocarla a los actos públicos donde asiste el gobernador y las giras están canceladas. No va ningún medio invitado a la Cumbre Tajín.
La prensa se endurece. Manda a interiores la información oficial y desde hace semanas los encabezados de ocho o se refieren a la parálisis económica o de plano se ocupan de temas ecológicos, citadinos o información periodística no oficial.
Y salvo dos que tres columnistas arrodillados quienes tienen espacios de opinión no dejan títere con cabeza, máxime hoy que se vive el mundo de las filtraciones.
Los rumores, dimes y diretes salen de Palacio. Es ahí donde se gesta todo el entramado y versiones off the record. Es ahí donde la propia burocracia, la de a pie, escucha a sus jefes y saca la información.
Es una revolución silenciosa cuyo receptáculo es la prensa.
Algo pues, está sucediendo en la relación prensa-gobierno. La “reigeniería” con los medios ¡funcionó!.. pero a la inversa. Ahí está traducida, en su clímax. Con una prensa crítica a quien tanto se dice respetar en los discursos; ahí están las investigaciones periodísticas demoledoras y también ahí está solito, abandonado y sin defensor alguno el señor Duarte pagando saldos. Son días difíciles.
Tiempo al tiempo.