ALGO MÁS QUE PALABRAS
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
Nuestro mundo tiene necesidad de mentores humanos auténticos. No es bueno que una sociedad camine sin modelos ni puntos de referencia, y que se deje adoctrinar por el dogma de lo políticamente correcto, en lugar de reivindicar ser dueños de la propia vida.
Nos tenemos que interesar más por la humanidad que por los poderes, por el ser humano más que por la economía, por la persona más que por la productividad de esa persona. Para ello, considero que hacen falta guías elocuentes capaces de injertar ternura. Realmente, hasta ahora, nos hemos trazado unos caminos arbolados por el odio y el interés, que no conducen a buen puerto, y que debemos desterrarlos. Hay que humanizar lo deshumanizado. Trasladar la felicidad profunda que se siente al entregarse totalmente a los demás, es un modelo de vida a promover. Desde luego, urge poner en valor una existencia plenamente orientada a la generosidad, que responda verdaderamente a una manera de vivir y de actuar basada en la decencia. El planeta no puede dejarse por más tiempo en manos de estafadores, ataviados de mentiras y atrevidos a usurpar el pedestal de los decentes, porque la justicia que predican es el pan para sí y dejar hambriento al débil.
Hemos fracasado en humanidad. Camus lo predijo y lo dijo hasta la saciedad, que si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo. Debemos despertar y ponernos en acción. No se puede vivir en una permanente decepción. Hay que globalizar un nuevo y renovado ánimo en la sociedad, la ilusión vale cuando los referentes éticos se toman de la mano. Estamos de enhorabuena con unos nacientes y revulsivos modelos, se trata de los músicos malienses Amadou y Mariam, cuya principal misión será concienciar a los pueblos de la Unión Europea sobre la necesidad de continuar la lucha contra el hambre. Que prosiga el ejemplo. Dejemos que las gentes de corazón nos sensibilicen, ellos son la verdadera cultura de la humanización, frente a otras culturas deshumanizantes que han convertido al mundo en un campo de batalla permanente, de lucros y de combate por la vida. Por esto, en la elección de la cultura el ser humano se juega el todo por el todo.
Sin duda, nos hace falta cultivar una cultura de reencuentro, de revalorización del ser humano. Por otra parte, tenemos que ser capaces de discernir con espíritu crítico las ambigüedades que nos presente este mundo globalizado y buscar los verdaderos referentes de un progreso humano en armonía. Frente al dramatismo que sembramos los seres humanos por la vida, se precisa de alguien que sienta pasión por el respeto a toda persona. Estos son los efectivos referentes que requerimos. El día que todo ser humano sienta la pertenencia al mundo como semejante, con los mismos derechos y deberes que otro, habrá nacido una inédita sociedad, una inmaculada civilización, un planeta de lealtad para con su especie, un infalible progreso humano que es lo más sublime.
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