Fernando Vázquez Rigada
Porfirio Díaz |
La política se degrada. La evidencia más patética de ello es la llegada al poder de faranduleros. Frívolos. Miopes.
En política no hay vacíos: alguien los llena. El territorio de la política nacional se puebla de payasos.
Tomo al payaso en su versión más patética y contemporánea. El origen del bufón es, a la vez, triste y honroso. Surge en el medievo. Los reyes elegían a un huérfano desvalido de esa prisión fría y cruel que puede ser la calle y los llevaban a su lado a la corte. Salvaban su vida. Los alimentaban y educaban.
Pero pagaban un precio y una recompensa. El precio era terrible: les castraban. La recompensa: en la corte eran los únicos que, en público, podían criticar al rey, pero debían hacerlo con ingenio, con rima, humor y sin ofensa. Cualquiera que no fuera el bufón que hubiera osado hacer algo similar tenía un destino seguro: la muerte.
La figura evolucionó. Llego el circo y el payaso floreció, magnífico, en Rusia. El payaso más fino jamás recurre al insulto ni a los golpes. Promueve con ingenio el más noble de los sentimientos: el de la risa. Esa que nos libera, nos desahoga, nos vuelve humanos. Solo nosotros reímos: todos los seres vivos, en cambio, lloran.
El payaso mejor del mundo, Larible, confirma: la risa es el sonido más bello, que debe erupcionar sin ofender, sin lastimar jamás la dignidad, mucho menos la propia.
Pero esos son payasos de profesión. Los políticos actuales son aprendices de payasos. Patéticos. Miserables. Lastimosos.
Cuauhtémoc Blanco. Juanito. Pancho Cachondo. Carmen Salinas, la corcholata. Lagrimita, candidato alcalde.
Unos ganan, aunque México pierda.
Juan Manuel Diez Francos, que dice ser alcalde de Orizaba, arma su circo personal: admira a Porfirio Díaz, lo cual en su ámbito personal está bien: igual puede admirar a Santa Anna o a Díaz Ordaz. Pero pasa de lo personal a lo público al hacerle un homenaje oficial.
Segundo periodo de alcalde, denigra su condición de empresario y político municipal de éxito. Demuestra que ser empresario no es sinónimo de cultura ni de congruencia. También que, por pequeño que sea su encargo, el poder arropa con un manto de arrogancia a quien se le acerca. Esa arrogancia, al final, demuestra su tamaño, su dimensión.
Mañana, por obra del silencio lastimoso de los veracruzanos, el alcalde, émulo de payaso de ranchería, inaugurará una estatua del dictador Porfirio Díaz.
Demuestra su ignorancia integral y pasmosa. Su soberbia. Su incongruencia. Su simpleza mental. Su pequeñez.
Arrogancia. Pone la estatua en la plaza bicentenario con su dinero. Hace un homenaje público a su héroe personal, porque puede, porque tiene dinero y, según él, el que paga manda. Es la misma filosofía de Trump. De Perot. De Collor de Mello.
Pero es un ignorante. La ley no le otorga el derecho a nadie de hacer lo que le venga en gana en el espacio público. Mucho menos a los gobernantes. Esa es una mentalidad que hiede a Iguala. Yo gobierno y, por tanto, el territorio es mío.
Simpleza mental: no lo hace solo. Recibió 150 llamadas. Todas a favor. Increíble arrastre popular. El curioso antipático ¿alcalde? Nos dice que de una población de más de 130 mil personas, su ocurrencia se valida con el respaldo de 0.11% de la población y –quizá- del cabildo. La perla: dice que contra las 150 llamadas a favor, recibió un mensaje en contra, con una propuesta: poner junto al dictador una estatua de Lázaro Cárdenas. No le gustó. Contestó: “si la pagas, ponla”. Listo. Consideraré mandar a hacer una de Chespirito o de un asno. Yo la pago. Total: quien tenga el dinero haga lo que quiera con el espacio común.
Incongruencia: Diez Francos fue electo bajo las siglas del PRI. ¿De veras? ¿Habrá leído –creo que es mucho pedir- los documentos básicos? ¿Sabrá que su supuesto partido surgió de la revolución que derrocó a Díaz, primero, y de la sangría que derivó la traición más vil de sus seguidores al asesinar al Presidente Madero y al Vicepresidente Pino Suárez? ¿Y Alfredo Ferrari? ¿Y Manlio Fabio Beltrones? ¿Y los diputados de Orizaba? ¿Y el Gobierno del Estado priista? Es como si un alcalde del PRD le erigiera una estatua a Salinas. Así.
Hay ignorancia peor que la legal: la histórica. Poner una estatua de Díaz a escasos kilómetros de Río Blanco es un insulto a quienes fueron masacrados por una orden directa suya, un grupo de trabajadores que incendiaron la Tienda de Raya de Víctor Garcín. Díaz ordenó matar entre 400 y 800. Casi 250 personas fueron encarceladas. Fue entre el 7 y el 9 de enero de 1907. Los cadáveres fueron apilados en el tren –orgullo del Porfiriato- y embarcados en el Puerto de Veracruz –la otra obra material que sirve como alfiler de la defensa del dictador.
Díaz tenía ya afrentas con Veracruz. Aquí ordenó a su empleado el gobernador Mier y Terán, por escrito, segar la vida de un grupo insurrecto de Lerdistas.
-Mátalos en caliente-. Le ordenó por escrito. La UNAM considera este telegrama como uno de los actos documentados más crueles y oprobiosos de la historia nacional.
El México de Díaz es indefendible. No lo es que existan aún exaltadores. Así es la democracia, la pluralidad y la democracia. Aporto solo unos datos.
Díaz abre la frontera y permite que Rangers de Texas entren al territorio nacional a defender los intereses de la empresa “Cananea Consolidated Copper Company”. Matan a 22 y hieren a 23. Más de cinco decenas de líderes son enviados a las mazmorras de San Juan de Ulúa, otra vez en Veracruz, que ahora lo honra.
México sin derecho de Huelga. Huelga: Tumba segura. Vivo o muerto, pero en una tumba.
En 1909, Díaz miente, como ha mentido siempre. Le dice al periodista James Creelman que se irá. Llegó el momento de la democracia. Un hombre le toma la palabra: Francisco I Madero. Díaz, poco antes de la elección, lo encarcela. Gana la elección, como la mayoría de las que tuvo, por fraude.
La democracia en México no existe para Díaz. Los partidos están proscritos.
Nada sucede en la prensa. Toda está comprada o cerrada. Los Flores Magón fueron encarcelados una y otra vez y exiliados. Se publicó en 1882 por su compadre, Manuel González la llamada ley Mordaza. González, el manco, era un títere de Díaz. En todo caso, el General no sólo derogó esa ley, sino que la aplicó la ley hasta su caída. De 1888 a 1910 fueron clausurados cerca de 76 medios.
La libertad de expresión, ejemplo de la República Restaurada, fu asesinada.
Como resultado de la política de deslinde de tierra, el Porfiriato regaló a 8 familias más de 22 millones de hectáreas, de acuerdo al Colegio de México. Esta superficie es superior a la totalidad del territorio de Costa Rica, Panamá, El Salvador y Haití.
Sólo a la familia Terrazas, en Chihuahua, Don Porfirio, dueño de todo, le otorgó tierras equivalentes a una superficie mayor que los estados de Aguascalientes, Colima, Morelos, Tlaxcala y el Distrito Federal.
840 hacendados controlaban más del 70% de las tierras del país. A compañías extranjeras, les otorga más de 2 millones de hectáreas en la frontera. Las compañías deslindadoras, se apropian de 49 millones de hectáreas: la cuarta parte del territorio nacional, según Jesús Silva Herzog.
Casi 9 de cada diez mexicanos no sabe leer y escribir. Predominan las tiendas de raya que exprimen la vida de los campesinos y obreros. En Yucatán y Sonora se vive en estados de esclavitud.
Más de la mitad de los niños de México mueren antes del año por enfermedades infecciosas. La niñez padece 35% de desnutrición. Hay más curas que médicos.
Diez Francos define gallardo a Don Porfirio: “fue un gran constructor” ¿Cómo no serlo? Estuvo al frente del estado 34 años tras dar un golpe de estado. Llega, y se va, como un sátrapa. Tras tres décadas y un lustro en el poder, cualquier gobernante hace obra. Compárense, si se quieren, las cifras de esos 34 años con los 18 del Desarrollo Estabilizador de la posrevolución y verán el resultado.
Consterna que alguien como Juan Manuel Diez Francos ignore los saldos terribles sociales y en materia de libertades. Lo retrata de cuerpo entero.
Consterna, también, que diga que quiere poner a su patria chica en el mapa nacional con una acción semejante, honrando a “su héroe”. En vez de poner su ciudad en el mapa por la excelencia académica, por la pujanza competitiva, por el abatimiento de la desigualdad, por el florecimiento cultural, por reincorporar la seguridad, saca un distractor indigno de su trayectoria de una chistera polvosa y rancia.
Ojala, algún día, Juan Manuel, ascienda a Payaso. Por lo pronto que se quede de administrador del circo.
@fvazquezrig