miércoles, 12 de octubre de 2011

Costumbres y tradiciones se pierden en la modernidad


PLAZA CÍVICA
Alma Celia San Martín

Ante la proximidad de las festividades de día de muertos o fieles difuntos me surge la duda, hasta dónde se han perdido las tradiciones y costumbres herencias de nuestros abuelos y bisabuelos, ya no se observan por ningún lado los grandes altares, llenos de todo tipo de alimentos, frutas, velas, veladoras y un sinnúmero de ofrendas que eran delicias posteriores de los vivos.
Gratos  recuerdos  llegan a mi mente al  recordar los preparativos para instalar el altar en la casa de mi abuela, era como la casa grande, donde con un tiempo anticipado se  realizaba la molienda del cacao que posteriormente se convertiría en chocolate, la elaboración de las conservas, los dulces, etc.
Días quizás semanas de preparación de todo tipo de alimentos, en la víspera se instalaba la gran mesa, al frente pendían  los racimos de plátanos que eran colgados , las pencas de  plátano donde se colocaban los cirios,  las flores de cempazoxochitl , mano de león, naranjas, limas, tamales, mole, frijoles, cigarros,  cerveza, aguardiente, jueguetes, ropa, antiguas fotografías, utensilios de labranza, entre otras coas eran colocadas en los altares adornados previamente con papel picado de muchos colores, palmilla y coronas de palma y el camino de flores acompañado del copal que inundaba con su olor la casa.
Pero el tiempo pasa y se van perdiendo las costumbres, las tradiciones hoy los jóvenes se emocionan más por celebrar el hallowen, una costumbre que no es nuestra, ni nos pertenece, pero que ha sido adoptada en los últimos tiempos por muchos mexicanos.
Hoy en vez de altares, en las casas se colocan calabazas, brujas  y otros artículos  de plástico, barro u otro material y otros tantos, en cambio son menos los  altares que se instalan para esperar la llegada y ofrendar a los difuntos que una vez al año regresan a departir con sus familiares,  es una fiesta alegre pero llena de nostalgia, así la catalogo yo.
Son días de guardar dice mi madre, debemos de permanecer en casa a esperar a los que ya se fueron, porque vienen  a visitarnos, es por ello que desde el 31 de octubre coloca el vaso de agua al anima sola,  luego los tamales de dulce para los niños, al siguiente día los tamales de puerco con chile, pulacles, picadillo y el dos de octubre el mole para despedir a los que como cada año vienen de visita.
Esto es parte de la historia de un pueblo que poco a poco se va perdiendo, es menester ahora de las nuevas generaciones rescatarla para que no se pierda.

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