Rogelio Hernández López
Miradas de Reportero
Ana Victoria repasaba emocionada cada una de las seis grandes mesas para saludar de mano y agradecer a las decenas que acudieron sonrientes al extraordinario desayuno de homenaje a su padre, el periodista Carlos Ferreyra Carrasco.
Lo poco ordinario de esa reunión lo sintetizó el reportero internacionalista José Carreño Figueras. Dijo: “Nadie podrá repetir esta capacidad de convocatoria. Nos reúne el afecto por el mejor amigo, el mejor colega, el mejor maestro…” Y así fue.
Es que entre más de sesenta personas, destacaba la presencia de periodistas muy diferentes entre sí, una especie de crisol por lo multiforme de trayectorias y famas bien ganadas. No obstante, todas y todos sabían quién es quien, se reconocían, saludaban, algunos hasta se abrasaban y otros evitaban compartir la misma mesa. Nadie podrá hacer que otra vez se reúnan tantos voluntariamente:
En la mesa 3, Daniel Moreno, Elías Chávez, Jesús Michel, Roberto Rock, Gonzalo Álvarez del Villar, Víctor Manuel Juárez, Magdalena García de León, Judith Álamo.
En la mesa 2, Rafael Cardona, José Cárdenas, Raymundo Riva Palacio, Jesús Rangel, Rogelio Hernández López, Fernando Patiño y Rocío Ahuatzin quien se reivindica como reportera cuando le llaman periodista.
En la mesa principal con el festejado y su hija Ana, los periodistas Abelardo Martín y José Carreño (el bueno); algunos excolaboradores que le acompañaron como vocero de tres legislaturas del Senado de la República como Morelos Canseco y en otras funciones como Humberto López Hernández.
En las otras dos mesas, se colocaron los periodistas Aurelio Ramos, Pablo Hiriart y parte del Clan Ferreyra que constituyeron Magdalena y Carlos: los hijos Magdalena y Carlos con sus parejas de matrimonio; los nietos Ana Victoria, Alejandro, Sebastián y Emiliano, más Livier Gómez y otras amistades muy cercanas a la familia Ferreyra-Hernández.
“Algo debí hacer bien…”
Desde semanas antes circuló, entre pocas personas la invitación al homenaje para el jueves 18 de mayo a las 9:30 horas en el University Club de la Ciudad de México; los anfitriones formales fueron Augusto Trejo, presidente y otros miembros del Instituto Nacional de Contadores Públicos al Servicio del Estado (Incopse). Pero los más activos en las invitaciones fueron Ana, Carlos hijo y José Carreño. Alrededor de seis de los 60 convocados no pudieron llegar.
Ana Ferreyra y Augusto Trejo expusieron brevísimas fichas biográficas del festejado, en apenas dos de las 20 páginas posibles y que la mayoría de asistentes rebasaron con anécdotas entre sí de pasajes que han vivido con este Carlos, que el 16 de enero apenas cumplió 83 años.
Ferreyra, (como le llamamos casi todos) agradeció la cantidad y calidad de las y los festejantes: “la mayoría grandes periodistas, amigos... Algo debí hacer bien para que estén aquí” dijo, Y eso fue todo lo serio de sus palabras.
Luego, fiel a su estilo sarcástico y con la cara impávida de siempre comenzó a guasear, a contar anécdotas irónicas, burlonas de su familia en Michoacán, de sus orígenes como periodista en Sucesos para todos con Gustavo Alatriste y otras de las muchas que ha narrado con voz y en textos y que siempre arrancan risas sinceras. Así, Ferreyra excitó más el ambiente colectivo festejante.
La fuerza de Ferreyra
Algunos años atrás, este reportero describió una estampa que tituló: La fuerza misteriosa de Ferreyra, el periodista. Entonces anoté la creencia de que “su fuerza mayor está en el amor a su esposa, a su familia integrada con trato inteligente (tres hijos, seis nietos), qué otras fuentes de su fuerza han sido su identidad, tanto física (de moreliano culto, altivo, de barba cuidada y acento extrañamente españolizado); su convicción y alcance profesional en seis décadas de ejercicio (reportero, analítico, casi siempre jefe), en su forma de labrar amistades (que hace sentir importantes a sus interlocutores) y en su estilo personal que combina la aparente frialdad con ocurrencias jocosas y punzantes. A todo mundo le pone apodo.
Y en aquel entonces terminé el texto con una interrogante: “falta saber qué tanta fuerza le prodigamos quienes decimos ser sus amigos”.Y este jueves 18 de mayo de 2023, con esta concurrencia selecta y homenajeante, se percibió esa otra parte de la fuerza de Ferreyra: la amistad que se alimenta de la admiración y el agradecimiento.
En marzo de este año, otro colega de sus muy cercanos, Joel Hernández Santiago anticipó su homenaje en el Sol de México con una de esa historias de construcción de amistad que pueden contar decenas de periodistas con Ferreyra.
Recordó Joel que Ferreyra --ya antes había ocupado otros puestos de relumbrón en el periodismo internacional, como fue su trabajo en Prensa Latina, desde su corresponsalía en México y para América Latina. Por tanto para muchos “conservadores”, de los de entonces, él era un comunista; un socialista internacional, “desde Cuba, para el mundo”. Un periodista sui generis, eso sí que sí--.
Un día --contó también en su texto Joel Hernández-- “le expresé mi voluntad por incorporarme al periodismo real, al de todos los días de nuestra vida. Me llevó a hacer prácticas de periodismo a la Revista de América, que estaba en la colonia Tabacalera. Fue mi primera aproximación al periodismo, haciendo algunos ejercicios y supervisado por mi maestro de toda la vida.
Y en adelante, prosiguió Joel: “nuestra amistad sería creciente y valiosa para mí… después tuve la oportunidad de trabajar a su lado ya en unomásuno, ya en Notimex, ya en la Secretaría de Educación Pública en el área de publicaciones, ya en el Senado de la República a donde él me llevó para encargarme de las ediciones de los libros… Gracias al hombre que ha dado el mayor tiempo de su vida al buen periodismo. A escribir. A describir. Él, gran periodista y excepcional amigo.”
De Ferreyra alguna vez resumió Raymundo Riva Palacio, uno de sus amigos más antiguos y cercanos: “Nunca he conocido otro profesional del periodismo más irreverente, ni a otro cínico tan serio.” Y este reportero agrega: Ni a otro tan estimado por colegas tan disímbolos.
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