Diputado a la LXII Legislatura Federal
El día veinticuatro de noviembre del año pasado me llegó un mensaje poco común por medio de un correo electrónico, en donde se me advertía y amenazaba sobre candidaturas políticas futuras; de la sorpresa pase a una especie de incredulidad, suponiendo que se trataba de una broma de mal gusto, aun así lo compartí con algunos amigos y, especialmente pero con informalidad, con conocidos en la policía estatal de Veracruz y en la Marina Armada de México.
Prácticamente ya me había olvidado del sustito cuando me llegó un segundo mensaje más agresivo y amenazante. Ante la insistencia de quien este atrás de estos actos, las hipótesis pueden ser muchas, me vi en la necesidad de darlo a conocer públicamente y presentar una denuncia penal, dado que estamos ante la comisión de un delito perfectamente tipificado en el código correspondiente. Puedo tener varias interpretaciones, creer que se trata de un ocioso, de un enfermo o de un jueguito con ciertos tintes políticos; lo que no puedo hacer es ocultarlo, sería un error, a pesar de que soy contrario al manejo de ese tipo de asuntos y preferiría mil veces concentrarme en otras tareas. Lo que sea, no merezco, tampoco mi entorno, recibir amenazas de muerte. Lo que procede, entonces, es que la Procuraduría de Justicia local, realice la investigación solicitada para localizar al o autores de este acto condenable.
He recibido muestras extraordinarias de apoyo, de sonrojo, de muchísima gente, de funcionarios y de Senadores y Diputados. Me siento bien por ese lado, las palabras de aliento y los actos concretos de solidaridad son muy valiosos, estimulan y dan confianza. La difusión que ha alcanzado mi denuncia es enorme, en un sentido contrario a lo que, seguramente, pensó quien lo origino. Nada justifica este tipo de conductas, es bajo en lo político y en lo personal, debe ser condenable por todos, solo el
sectarismo primitivo de algunos, pocos, les impide ver la gravedad de tales amenazas. Calcularon mal, no me iba a quedar cruzado de brazos, les tenía que responder y procurar que se me haga justicia. La vida en nuestro Estado en general y en Xalapa, en lo particular, ha estado llena de violencia, como para que algún loquito, espero, venga con esas barbaridades; simplemente con eso no se juega: la tolerancia, la dignidad, la libertad y la seguridad de las personas, políticos o no.
Espero que la Procuraduría efectué una investigación seria y pronta, que nos de buenos resultados y localice al autor de las amenazas. Eso sería muy sano para la vida pública local, pero sobre todo para mis compañeros, amigos y familiares que se preocupan comprensiblemente sobre mi integridad.
No debo ocuparme de aquellos, intrascendentes, que me culpan a mí de los hechos y hasta se burlan; me parece que su postura es ridícula y ofensiva. La tarea de hoy es localizar al loco y encerrarlo.
Recadito: Ya van tres mensajes similares.
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