Héctor
Yunes Landa *
ARTICULISTA INVITADO
A
dos semanas de las elecciones federales 2012, los derrotados se resisten a
aceptar la realidad, muestran su inconformidad a toda costa, tienen derecho a
ello y tratan, sin éxito, de propalar su versión ante la opinión pública, por
nuestro lado, los priístas los respetamos porque aceptamos plenamente el
derecho a la diferencia, a disentir, pero nosotros también tenemos derechos y
tenemos absoluta certeza que están de nuestro lado los resultados electorales
favorables que obtuvimos el pasado primero de julio. Esto es una realidad
incontrovertible.
Los
adversarios de la coalición de izquierda perdedora promueven movilizaciones a
las que acuden sus simpatizantes, pero es claro que no cuentan con el apoyo
ciudadano mayoritario. Su estrategia está clara una vez más, como lo fue en el
año 2006: polarizar a la sociedad mexicana; como si no tuviéramos suficiente
con la división fomentada por la desafortunada gestión presidencial de Felipe
Calderón, quien en todo el sexenio fue proclive a partidizar y sacarle raja
política a cada una de sus acciones para favorecer a la derecha que llevó al
país al caos económico y social.
Creo
que hay algo que no está considerando la izquierda lópezobradorista; el
hartazgo de la gente a la politiquería, a la división, al encono, a la ofensa.
Los inconformes por los resultados de la jornada electoral, pretenden hacer
creer que los mexicanos somos unos ingenuos que cualquiera puede manipular e inventan
supuestas irregularidades por todos lados.
Desde
mi punto de vista hay una prueba fundamental de lo aquí afirmo, basta el
ejemplo de nuestro estado, en Veracruz vivimos claramente el voto diferenciado,
veamos: por escaso margen de alrededor de mil votos ganó la candidata del PAN,
la elección presidencial; Enrique peña Nieto ganó en 11 de los 21 distritos de
la entidad; los candidatos al senado del PRI, ganamos en una disputada elección
por más de cincuenta mil votos a la fórmula de candidatos de Acción Nacional;
ganamos 15 distritos en la elección de diputados federales a diferencia de los
11 distritos de la presidencial. Es obvio entonces que los ciudadanos
veracruzanos votaron con criterio diferenciado para elegir a sus
representantes, votaron en libertad por quien quisieron. Esto, estimados
lectores, más allá de militancias y simpatías, representa sin duda un gran paso
en la consolidación de la democracia.
Lo
que en realidad demanda la ciudadanía es entrar a una etapa de reconciliación,
los mexicanos necesitamos la unidad nacional, por eso Enrique Peña Nieto ofrece
un gobierno de acuerdos, donde alcancemos los consensos indispensables para
poder dinamizar la economía, para fomentar la creación de empleos, para ampliar
la visión estratégica en el combate a la inseguridad y al crimen organizado.
Para ello, el presidente electo necesitará de la suma de voluntades.
Lo
más urgente es trasformar el marco jurídico que propicie las reformas
estructurales, prácticamente en todos los sectores del país: el fiscal, el
laboral, el energético, el educativo, el judicial, el rural, entre otros. Con
las reformas echadas a andar habrá que rediseñar las políticas públicas
indispensables para que México pueda enfilarse hacia ese cambio de rumbo que
Enrique Peña Nieto ofreció en su campaña a los mexicanos de cada rincón del
país.
La
convocatoria de Peña Nieto para que los mexicanos nos unamos para alcanzar los
mismos propósitos, tiene altura de miras, por más que quieran cuestionarlo sin
fundamento. Creo que la sociedad ya no se deja espantar con "el petate del
muerto". Enrique Peña Nieto tiene proyecto de nación, y sobre todo, tiene
la visión necesaria para dar certeza al futuro del país con su política de
inclusión a todos los que quieran transitar por el rumbo que México necesita.
Sumémonos todos en este propósito, yo lo haré.
*Senador
de la República electo
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