De interés público
Emilio Cárdenas Escobosa
El episodio profusamente
comentado y publicitado en medios nacionales e internacionales de los 25
millones de pesos decomisados al gobierno de Veracruz por la Procuraduría
General de la República, no solo le ha significado a la administración de
Javier Duarte una durísima y unánime crítica negativa de analistas,
columnistas, medios de comunicación y de la opinión pública, sino que por
detalles que han ido trascendiendo, el lamentable caso revela la sorda lucha
del círculo de funcionarios del primer círculo del mandatario por ampliar su
control de los espacios donde se puede hacer negocios y ajustar cuentas con
compañeros incómodos de viaje.
La insólita historia del
decomiso, tan grave que, amen de la crucifixión en medios del gobernante, ameritó ya un punto de acuerdo del Senado de
la República para pedir a la PGR, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores,
así como a la Secretaría de Hacienda remitir un informe detallado respecto de
la investigación de los recursos incautados, no ha sido óbice para que desde
ese grupo cercano se atice la hoguera en la que quieren sacrificar al
secretario de finanzas Tomás Ruiz González, quien debió dar la cara para salir
al paso de una acción que, desde luego, no fue ordenada ni coordinada por él,
que si de algo sabe es de temas fiscales, debiendo hacer suya la increíble
explicación difundida originalmente por la vocería del gobierno estatal ante el
alud de cuestionamientos que se le vinieron encima a Duarte de Ochoa apenas
conocida la noticia.
Institucional, el ex director de
Banobras y de la Lotería Nacional, apechugó la ácida crítica de amplios
sectores de opinión, y además habría desaconsejado al gobernante la separación
de su cargo del tesorero Vicente Benítez González, decisión que, como ocurrió,
multiplicó las dudas y cuestionamientos, porque lógicamente contradecía la
versión oficial sobre la legalidad de la operación.
Con todo, o justamente por ello,
desde el miércoles 1 de febrero soltaron el rumor de que el secretario de
finanzas Tomás Ruiz González habría presentado su renuncia al gobernador Javier
Duarte, versión que prendió en las redes sociales y que debió ser desmentida
por el propio Ruiz y después por la oficina de comunicación del gobierno
estatal en sus cuentas en redes sociales. Era evidente que a juicio de los
favoritos llegaba la hora de arremeter contra el funcionario y convertirlo en
el chivo expiatorio de la fallida operación monetaria.
La columna Templo Mayor de
Reforma en su edición del jueves 2 de febrero publicó un trascendido que
muestra una faceta clave de este enredo. Apuntó el rotativo nacional: “En el
escándalo de los 25 millones de pesos viajeros, Tomás Ruiz anda pagando cuentas
que no son suyas. Y es que el cesado, renunciado o escondido tesorero
veracruzano, Vicente Benítez, pese a ser su subalterno, no le rendía cuentas al
secretario de Finanzas, sino directamente al gobernador Javier Duarte. Es más:
para nadie es secreto en Veracruz que el mandatario local le impuso a Ruiz a
los subsecretarios con los que tiene que trabajar. De hecho, dicen que la orden
del traslado de los 25 millones salió de la oficina del propio Duarte. Lo
curioso es que Tomás es quien ha tenido que salir a dar la cara con la
fantástica historia de que les ganaron las prisas y era más rápido mandar el
dinero en maletas por avión...que por transferencia electrónica!".
Hay otras versiones de los
sucedido, como la que recoge el periodista Francisco Rodríguez en su columna
Índice Político, que publica en varios medios y en su página
www.indicepolitico.com, donde apuntaba a mediados de la semana que "en el
caso de los 25 millones de pesos en efectivo que la Administración Federal
incautó al gobierno de Veracruz flota la pregunta: ¿Y si Vicente Benítez
González, el despedido tesorero del gobierno estatal, había mandado el traslado
de esos valores para él? ¿Para su beneficio? Esto es, ¿se los había
robado?". Preguntas que, desde luego, a falta de explicaciones coherentes
y convincentes, flotan en el ambiente y que, en su caso, explicarían la
intempestiva salida del funcionario, aunque en opinión de analistas y
personajes cercanos al caso tiene mayor peso la versión de que están a la
espera de que la vorágine arrastre a Ruiz González, se calmen las aguas y
felizmente pueda ser reinstalado el tesorero.
Quizá por ello por estos días
algunos analistas y columnistas locales han coincidido en afirmar que el
gobernador Duarte es posible que no le acepte la renuncia al defenestrado
tesorero, a quien –dicen- habría que reconocerle el gesto y el valor de
separarse del cargo para no entorpecer las indagatorias y que se debe
“reivindicar” la imagen de Vicente Benítez, a quien se califica de joven
talentoso, leal al gobernador Javier Duarte de Ochoa y acaso el más duartista
que muchos otros”.
Lo que es un hecho es que son
fuertes las presiones del primer círculo de amigos del gobernador para
aprovechar el viaje y endosarle culpas ajenas al secretario Ruiz para, en su
caso, eliminarlo como un serio obstáculo para que los grandes negocios sigan
fluyendo como antaño. Entonces, como ya comentan, el tesorero regresaría a su
cargo y todos felices. Eso sí, eliminarían a uno de los oficiales del barco, de
los que sí conocen de navegación, aunque en esa empresa terminen por hundir la
nave. De ese tamaño son las ambiciones.
Al final lo que queda es la
impresión de que les ganó el exceso de confianza y alguien de adentro dio el
pitazo a la PGR para que interviniera el misterioso vuelo en viernes en la
noche al aeropuerto internacional de Toluca, Estado de México, y los agarrara
con las manos en la masa.
Las dudas son muchas: ¿Eran
aportaciones para la campaña de Peña Nieto? ¿Acaso recursos que iban a
depositarse en cuentas particulares? o lo más increíble: ¿Era la premura de los
tiempos y situaciones extraordinarias de pago a un proveedor?
Como sea, el asunto es muy
delicado y en tiempos electorales tan complejos como los que vivimos no será
obviado fácilmente, aunque se quiera apostar a la inveterada amnesia colectiva.
jecesco@hotmail.com
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