jueves, 27 de octubre de 2011

EL PODER JUDICIAL ¿AL SERVICIO DE QUIÉN?


Lic. Inocencio Martínez Cortés

Tuvimos a una de las vacas sagradas de nuestro país en esta ciudad capital, muy pocas veces se tiene la oportunidad de ver y tener cerca a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, nuestro máximo tribunal en nuestro país y los únicos que le pueden faltar al respeto a cualquiera, sea quien sea, para que a una orden de ellos, el país se conmocione cuando alguna resolución dictada por ellos tenga que acatarse, aun afectando el interés público, salvaguardando algún interés particular.
En Xalapa estuvo el ministro Juan N. Silva Meza y entre otras cosa que dijo, fue las bondades de tener un reforma ala legislación de amparo, cuya resolución ahora será válida para todos y con efectos inmediatos, sin que algún afectado por la ley, tenga que promoverlo, prácticamente será un especie de tesis jurisprudencial, que todas las autoridades tendrán la obligación de acatar fax-track
No me parece aberrante la idea y el criterio a aplicarse, pero en principio primero debemos revisar el camino que tenemos de terracería, para llegar a la justicia, porque no es fácil transitar en un pleno de igualdad, así como sucede en otros temas, hay de lo que tiene para viajar en avión y otros de plano a pie, y eso es desigualdad social.
Tan solo accesar al recito de un tribunal, tiene sus bemoles, he encontrado de todo, desde el empleado que se cree dueño y señor del espacio público, hasta el más humilde y sencillo, que abre las puertas e invita y concede el paso como si de su casa se tratara.
Ahora que la delincuencia no se mide y llega a donde quiere, las instalaciones del poder judicial están más protegidas que cualquier mortal en peligro de extinción, utilizan de todo, policías,, detector de metales, vallas, cámaras con circuito cerrado y un sinfín de equipos, para demostrar cuán grande es su miedo, ante la posibilidad de un atentado.
Resulta que para poder entrar al recinto judicial, hay que identificarse acreditándose con cedula profesional o en su caso dejar una identificación oficial, por lo tanto no cualquier ciudadano tiene acceso, así que como turista nadie podría entrar sin que antes tenga que pasar por el retén de seguridad.
Pues bien, el poder judicial bien protegido del maligno y la ciudadanía viviendo en constante riesgo de sufrir sin que nadie lo ampare y lo defienda, pues mientras el primero tiene a la mano la defensa, los segundos, tenemos que esperar a que se dignen escucharnos y posterior a ello medio actuar, no sin antes, haberlos esperado y que por escrito se hayan dignado a atendernos.
Es por ello que se ha puesto d moda la justicia por propia mano, porque de aquí a que llegue la autoridad, la muerte ya tiene permiso, ¿Qué no?

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