* Vamos a extrañar a Don Miguel Ángel Granados
Chapa
Uriel Flores Aguayo
Me gustó el titulo del más reciente artículo
del brillante escritor nicaragüense Sergio Ramírez, quien habla de lo
inverosímil que resultan las elecciones organizadas por los sandinistas en ese
país. Sostiene que son inverosímiles las elecciones y explica en qué consiste
su afirmación. Lo leo y no puedo dejar de compararlo con lo que pasa en el PRD,
donde casi todo es inverosímil y sus
actos van de lo trágico y folclórico a
lo chusco y a la caricatura.
Estamos ante la próxima liquidación de un
proyecto político de izquierda por los intereses de una burocracia impune,
analfabeta, aburguesada, hueca y corruptísima. La padecemos por su control del
aparato partidista, reproducido en cada proceso interno para mantenerlo en un
círculo vicioso que ha ido haciendo del PRD un membrete más y una sigla con
registro legal al servicio de los poderes facticos y formales del país. Instalados
en la partidocracia, habiendo renunciado a un proyecto de transformación social
y gozando de las mieles del poder es muy difícil diferenciar a Humberto
Moreira, Gustavo Madero, Jorge Kahwagi o el “Niño verde” de Jesús Ortega,
Amalia García o Jesús Zambrano.
Los “chuchos” y sus aliados van con todo su
arsenal fraudulento a intentar la conservación de su mayoría ficticia y
mercenaria para tener el control de la representación oficial del PRD, es decir,
la firma que les permita llevar a
delante sus intentonas de coalición con el PAN, en cumplimiento de sus acuerdos
con Calderón y con ciertas elites. Si Marcelo no se presta a esa estrategia, podrían intentarle por el lado de
Beltrones. El planteamiento del gobierno de coalición, la reactivación de Beltrones,
el bajo perfil de los precandidatitos del PAN
y el esfuerzo descomunal y fraudulento de los” chuchos” por mantener el
control del PRD están estrechamente vinculados.
Entre sus obstáculos principales están las
fuerzas del DIA y sobretodo la convocatoria cada vez más amplia y el
posicionamiento de Andrés Manuel López Obrador, la única figura de alcance
nacional que puede considerarse rupturista del sistema. Los demás se arreglan
de algún modo y pueden representar el papel de opción impuesta en el menú
confeccionado por las elites. Los “chuchos” saben que la encuesta la va a ganar Obrador, las tendencias en ese
sentido son muy claras, desconfían de Marcelo, en el sentido de que se sostenga
firme en el campo de las dos mentiras, las de que no son demócratas ni de
izquierda; les aterra un escenario en que Andrés Manuel sea el candidato de la
izquierda y tenga todo el apoyo de Ebrard y Cárdenas. Simplemente no conciben cómo
le podrían hacer para aparecer al lado
del candidato en una plaza pública sin que los abucheen, más allá de retener
posiciones parlamentarias a las que son adictos y que se rolan en familia. Lo
inverosímil del PRD nacional abarca a Veracruz, donde casi todo es ficticio y “patito”.
El estado de descomposición e inactividad
en que se encuentra el PRD veracruzano es un reto gigantesco para los nuevos
dirigentes. La única manera que tienen para legitimarse y acabar con la
simulación es luchando y respetando por mínimos de legalidad interna, de vida
orgánica, elaboración política, apertura, convocatoria, causas populares,
identidad y transparencia.
Salvo en cuatro o cinco pequeñas regiones
donde el PRD tiene cierta vida en el resto del estado es un membrete que
manejan al mejor postor personas desconocidas. El espectáculo de la corrupción en
su seno, del abandono de todo pudor y la reiteración de la farsa en sus
menguadas filas lo llevan a una
inminente extinción. Se ve muy difícil, casi imposible, salvarlo pero no hay
peor lucha que la que no se hace. La paradoja más asombrosa y humillante es que
en un partido de izquierda se inviertan millones de pesos para ser legislador o
dirigente, que humildes campesinos sean hospedados en hoteles de cinco
estrellas y los representantes vivan como burgueses. Más allá de
consideraciones morales están cometiendo una traición brutal a los ciudadanos
que creen que ellos pueden representar algo distinto. Todavía mucha gente no
los ve como los vulgares grillos y transas que son. Por encima de las siglas están las ideas y el espíritu
justiciero. Tienen menos de un año, la
gran prueba es el 2012. Renovarse o morir.
Recadito: ya no queremos en el PRD ni en la
izquierda “chuchos”, “chuchitos” y “chuchineros”.
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