Uriel Flores Aguayo
Así como Lombardo Toledano lo planteo para el senado, la dirigencia formal del PRD debe estarse cuestionando qué hacer con ese partido: lo desintegra, lo vende, lo rifa, lo alquila o lo presta. Pedirles que lo reconstruyan y lo reposicionen en una línea autónoma y útil puede ser una utopía a estas alturas.
La petición de una licencia “suigeneris” de parte de López Obrador, vino a sacudir al PRD y a la izquierda, generando un intenso debate que puede tener un efecto positivo en la claridad del rumbo que debe seguir ese partido y sus aliados naturales. El planteamiento de AMLO es político, no se le debe contestar con posturas burocráticas o con la soberbia en que están instalados los sectores más duros de “los chuchos “.
Más allá de los dudosos meritos de la alianza que desde hace algún tiempo vienen realizando con el PAN, debemos tener claro que su acuerdo es con Calderón, en tanto este es el verdadero jefe del partido blanquiazul; no es el Estado de México como intento aislado, vienen operando todo un proyecto, desde antes, que puede llegar hasta la elección presidencial del 2012, si los dejamos. Su reconocimiento tácito de Calderón y su involucramiento con el PAN, extraño y sorpresivo, se ha venido haciendo sin debate, sin consulta y sin acuerdo; no nos han pedido opinión, han actuado de forma fáctica. Dicen que hay que parar al PRI, evitar su regreso, cuando igual que nosotros en este momento es oposición nacional; no lo dicen pero dan a entender que el PAN tiene más cualidades, lo avalan en sus resultados en estos diez años que tienen en el poder federal. Apelan, sobretodo Jesús Ortega, a un principio de autoridad, sosteniendo que, en el caso de la consulta del Estado de México, la decisión la tomó un órgano democrático, refiriéndose así al consejo nacional, que es, en realidad una instancia tan fraudulenta y carente de representatividad como la propia presidencia del PRD. Si digo que el referido consejo es de caricatura tal vez ofenda a los monitos y monigotes que hacen las delicias de chicos y grandes.
El PRD vive una crisis profunda, sobre todo ahora que está en manos de quienes promueven un partido parlamentario y electoral casi exclusivamente. La paradoja de ese modelo es que gira en torno a un congreso sin poder, rehén de intereses facticos, y unas elecciones distantes de condiciones de equidad y libertad. En ese afán el PRD se ha ido inmovilizando y corrompiendo, dándole la espalda a los sectores, capas y segmentos de la sociedad que debería representar y atender.
La corriente mayoritaria llamada nueva izquierda renunció a encabezar una fuerza política que se proponga transformaciones sociales; optaron por acomodarse en los privilegios de la clase política y pretenden, renunciando a competir por el poder presidencial, cerrar este ciclo con una gubernatura (Nayarit), seguir administrando al PRD y tomar una porción importante de senadurías y diputaciones plurinominales, esas que les permite el control del aparato.
Mi entras sigue el debate en el que, por cierto, hasta los panistas han tomado partido, por supuesto con sus aliados, expreso mi solidaridad con AMLO, pidiendo que le concedan la licencia. No alentaría las solicitudes de licencia, creo que sólo el “peje” se puede dar ese lujo, pero tampoco conozco un PRD serio, de legalidad y con funcionamiento democrático como para darle crédito a las desgarradas de vestiduras de dos o tres burócratas que, con evidente hipocresía, se envuelven en la bandera amarilla y amagan con tirarse del castillo de “Chapultepec”.
Recadito: dicen que el trastupijes quiere licencia para robar.
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