sábado, 25 de abril de 2015

Al maestro Guillermo Zúñiga Martínez

EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ

Heidegger decía: “Somos uno para la muerte” Simbólicamente, cada día algo de nosotros muere para renacer a la vida, muere el feto, nace el niño, muere el joven nace el adulto. Muere la semilla, nace el fruto. 
El fenómeno de la muerte, que nos acerca a la esencia, a la fragilidad, a lo finito de la vida, a la humana desnudez, concentra las dos emociones más trascendentes y polares del ser humano: el miedo y el amor. 
El amor se encierra también en la muerte, porque es la emoción terapéuticamente más sanadora; por amor oramos, por amor compartimos nuestro pesar, por amor somos consolados y abrazados; el amor es una manera sencilla que nos ayuda a procesar más fácilmente el duelo que genera la partida.
Cuando se es capaz de ver a la muerte desde una visión ontológica, se es capaz de ver más allá de la culminación de la existencia. Será porque al nacer algo de nosotros principia a morir. 
La ontología trata del ser, y la muerte el no ser. Morir es algo natural ante lo cual el ser humano carece de poder; vivir para trascender si. En la ontología de la muerte, entendemos que lo que muere es la parte física, pero el ser humano trasciende los entretelones del tiempo, por la fuerza espiritual que posee el poder del amor.
Tal es el caso de mi sabio y querido amigo, Maestro Guillermo Héctor Zúñiga Martínez, quien falleció en su querida Xalapa, -la Atenas Veracruzana-, rodeado del amor de su esposa Guillermina, sus hijos Guillermo, Américo y Anilú, de sus amados nietos y de quienes como amigos lo queremos y admiramos.
Ante su sensible partida, deja una estela de amor a su tierra, a su gente y con ellos a la educación. 
El Maestro Guillermo fue un educador de América, sabio, prudente, servicial, institucional, entendidiendo por institucional el hombre que crea y fortalece instituciones, fue en dos ocasiones Secretario de Educación en el Estado de Veracruz, “creando siempre novedosas modalidades en la educación, participó en el proceso de la descentralización educativa; en la instalación del Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz COBAEV; en la instalación de las escuelas telesecundarias vespertinas, fundador de la Universidad Pedagógica Veracruzana UPV y de la Universidad Popular Auónoma de Veracruz.”
La ultima vez que lo vi, fue debido a la invitación que me formulara mi amigo Uriel Rosas Martínez, para asistir al salón Sebastián Lerdo de Tejada en el recinto del Congreso del Estado de Veracruz, a la presentación de su libro El durazno y otros frutos.
Al saludarlo me habló de su pasión, la educación, me comentó sus estrategias para que en Veracruz se construya una historia de éxito, en la que podamos aprender quienes creemos, que en México ha llegado el momento de realizar un gran esfuerzo colectivo por la educación, en el que apliquemos la frase de Bolívar: “Las naciones marchan hacia la grandeza, con el mismo paso con el que camina la educación”   
Mi amigo Guillermo H. Zúñiga, fue Profesor de educación primaria, Licenciado en Derecho, Campeón Nacional de Oratoria, Diputado Federal, Diputado Local, Lider partidista, Funcionario gubernamental, escritor; pero en su vida tuvo dos pasiones: el amor a su familia y a la educación,
Su proyecto educativo, se basaba, en la ‘pedagogía social’ del educador alemán, Paul Gerarh Natorp, para quien la relación comunidad-educación es fundamental. Por eso aspiraba a una educación que acercara los contenidos  a quien no pudieron estudiar en los sistemas educativos escolarizados.
Una constante persistió en sus reflexiones: La educación ha de inspirar al ser humano al encuentro con la grandeza y la libertad, porque: “La enseñanza que deja huella  no es la que se hace de cabeza, a cabeza… sino de corazón a corazón” 
Con el buen sentido del humor con el que disfrutaba la vida, hay una historia que contó el maestro Guillermo Héctor Zúñiga Martínez al Lic. Ignacio Vázquez Torres y a mi: en la época del gobernador Rafael Murillo Vidal, en el Puerto de Veracruz, se lanzó una convocatoria para coronar a la “Reina” y al “Rey Feo” del Carnaval; para lo que el mismo Ejecutivo, apercibió al presidente del jurado que cumpliera eficientemente su tarea. 
En el caso de la reina, había de sobra de dónde escoger, eran muchas las bellezas registradas; el problema se presentaba con dos de los postulantes a “Rey Feo” –uno de Coatzacoalcos y el otro de Cosamaloapan–, a quienes llamó el presidente del jurado y  cuando los tuvo enfrente les dijo: 
–– No sean ‘abrones, esto es para novatos… ¡USTEDES SON PROFESIONALES!

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