lunes, 23 de febrero de 2015

No todos somos Iñárritu

Claudia Constantino
Crónicas Urgentes

Es lunes, unas horas después de que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, otorgara a Birdman, la película del mexicano Alejandro González Iñárritu, el Oscar a mejor director, mejor película y mejor guión; pero nada de esto cambia la realidad nacional.

No es verdad la viral consigna de las redes que reza: "Todo México es Iñárritu"; no se generaliza el talento; no hay un trato igualitario para nuestros migrantes en   EU; no se detienen los actos anticipados de campaña de las elecciones intermedias por venir; no para el saqueo; ni las privatizaciones a ojos vistos.

No por este sólo hecho hay más apoyo a los creadores, ni más becas para los artistas o una cultura más extendida entre los mexicanos; no despertamos leyendo como hábito; ni nos volvimos autocríticos y disciplinados.

El camino de Alejandro González Iñárritu fue largo y sinuoso. Hijo de una familia llena de carencias, tuvo que embarcarse en un navío de la marina mercante para poder salir del país por primera vez, huyendo de la miseria económica, pero mucho más de la intelectual. La primera ciudad fuera de México que conoció fue Barcelona, que más tarde sería el escenario para sus películas.

No gozó jamás de apoyo gubernamental alguno. Como "sueño guajiro" imaginé que una vez terminada la ceremonia del Oscar, y tras su pronunciamiento en que deseaba a sus compatriotas: "ojalá un día tengamos el gobierno que merecemos"; se adelantaría a decir: "si llama el presidente para felicitarme, díganle que estoy en el baño y que no puedo tomar su llamada". Habría sido en estricta justicia, en solidaridad con "sus compatriotas" y en defensa propia. 

Cuando le entrevisté en Xalapa aquel 25 de abril del año pasado, en ocasión de su participación en la Cátedra Carlos Fuentes, de la Universidad Veracruzana, me dijo convencido "Birdman estará lista a finales del año y no se qué pasará con ella porque si uno hiciera las cosas pensando en el resultado o en los premios, estaríamos perdidos".

En esta ciudad, donde dijo se encuentra su museo favorito del mundo, al hablar del talento lanzó "sé bien y se lo digo siempre a los jóvenes que la madera flota, que al talento le salen piernas y brazos y se abre paso".

Hoy no todos en México somos Iñárritu, en realidad no nos parecemos, no tenemos su tesón; su talento o sus logros. Que al gobierno no se le olvide eso, porque su actitud hacia él, al menos en la ceremonia de premiación del Oscar, fue de reprobación. ¿Porqué si no, dedicaría el galardón a sus compatriotas y pondría de manifiesto su solidaridad con ellos?

Porque son días duros, difíciles y aunque las historias de éxito nos emocionan a todos; (son tan pocas y tan lejanas para la mayoría) que NO, hoy no todos en México somos Iñárritu; eso quisiéramos, pero no hay modo.

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