jueves, 24 de julio de 2014

Cacicazgos protegidos por la cúpula

PLANA MAYOR
Gaudencio García Rivera


Los cacicazgos en Veracruz, jueces de ahorca y cuchilla, la Santa Inquisición política de los feudos locales donde impera su ley, su doctrina y la sujeción cuando aquel disponga por qué siglas partidistas hay que votar o apoyar, forman parte del surrealismo político del país. En los 80’ un gobernador justificaba a los caciques como “un mal necesario” para el engranaje político. Y en los 90’,  a la mitad de la  década, otro gobernador que no terminó su sexenio anatemizó a los cacicazgos y legitimó el poder público, el poder del Estado constitucional.
En Veracruz tiene décadas que los cacicazgos o ínsulas del poder se han institucionalizado. Viven un pleno idilio con el Estado constitucional, hay un concubinato, donde el gobernador en turno comparte la mesa, el pan y la sal con los folclóricos cacicazgos del norte a sur y de este a oeste de la geografía veracruzana.
En los 90’ se les limitó, se les leyó la cartilla y quienes intentaron erigirse  en otro poder dentro del poder único del Poder Ejecutivo, se les aplicó la ley y terminaron en la cárcel por su tozudez y cinismo, como fue el caso del extinto caudillo del sur o personaje célebre de ‘El Mangal’, Cirilo Vázquez Lagunes, detenido y recluido en Pacho Viejo en 1986. “No puede haber un poder dentro de otro poder legalmente constituido”, decía el extinto exgobernador Fernando Gutiérrez Barrios, a manera de decálogo.
La segunda vez ocurrió en febrero del 2003, durante el gobierno alemanista. De Patricio Chirinos Calero ( 1992/98) para acá –por cierto, abandonado a su suerte por los ciento de amigos que tenía en un solitario despacho del Distrito Federal, incluyendo su exprotegido y hoy neopanista Miguel Ángel Yunes Linares- los cacicazgos han reflorecido a placer y a tono del son que le baila la actual clase política gobernante.
Con la excepción de un neocacique, el de Las Chopas con los Tronco Gómez que terminó con una animadversión jarocha contra el gobierno duartista, los cacicazgos del Pánuco hasta el Tonalá –una especie de señores feudalistas- comparten el poder público que representa el Gobierno del Estado, por la vía municipal y  por los  poderes Legislativo y Ejecutivo, donde cuentan con algunos escaños en la LXIII Legislatura local y han sido incorporados en tareas ejecutivas de la administración pública estatal, aunque carezcan de una hoja curricular en el servicio público o estudios universitarios.
Son aliados, por ahora, irreconocibles del poder público bajo el velo de que mantengan el orden y la legalidad y a buen recaudo al crimen organizado en sus respectivas localidades o feudos. Hoy no se les combate como en los 90’ cuando intentaron someter y mantener de rehén al Estado constitucional, emanado de la ley y el voto popular, porque hoy el gobierno, el Poder Ejecutivo los legitima y los cubre con un manto de impunidad para que hagan y deshagan en sus localidades lo que su libre albedrio les de su gana y su voluntad.
En Acayucan, por citar un ejemplo, los Vázquez Lagunes desde el gobierno del fidelato (2004/2010) han impuesto su ley sin limitación alguna, donde los descendientes del caudillo del sur imponen a su interés o afecto personal alcaldes y diputados locales y federales del distrito, tengan o no una hoja curricular, lo vital es que la parentela de los Vázquez Lagunes continúen usufructuando el poder público local.
Y como los vástagos de Cirilo y de su extinto hermano, de alguna manera, son la ley y el orden en el distrito de Acayucan, pueden matarse entre la familia con la seguridad de que el gobierno duartista se mantendrá circunspecto del hecho y el desenlace que pudiera derivar. Como en la escena bíblica, de Caín y Abel, uno de los hijos de la familia de Cirilo asesinó a su primo hermano, por disputas de las parcelas del poder público.
El asesino, por supuesto, gozó de toda la protección oficial y muy quitado de la pena, como si hubiese cometida una travesura de escolapio, abordó el avión y tras varias horas de vuelo, se refugió en uno de  los fraccionamientos más cosmopolitas de las ciudades de  Argentina, con su familia, donde por recomendaciones de amigos y de la policía huyeron a ese país Sudamericano para protegerse de un eventual atentado del crimen organizado.
La PGJE brilló por su ausencia en este caso singular. Se pasaron de humo su fuga. Hasta la fecha el homicida no ha sido extraditado a México, para ser procesado en Veracruz. El círculo vicioso de la tramitología continúa, pero la justicia para los familiares se escapa.  
Cirilo Vázquez Lagunes, quien fuera nativo de Actopan, fue ave de tempestades desde que se erigió en cacique en las postrimerías del gobierno de su tío Agustín Acosta Lagunes (1980/86). Se convirtió en una ínsula de poder, una gran parte de políticos del PRI y de oposición, lo visitaban en su feudo para que les diera luz verde para competir en los cargos de representación  popular del sur de Veracruz, donde llegaba su poder omnímodo.
Forjó una leyenda negra de matón. Tenía decenas de sicarios a sus órdenes. Sin embargo, en dos ocasiones  estuvo recluido en prisión (1986 y 2003) por la autoría intelectual de crímenes que cometió. A la postre saldría libre bajo fianza. En su rancho ‘El Mangal’ de San Juan Evangelista estaba siempre custodiado por hombres armados. Llegó a tener su propio staff de jefes de prensa, encabezados por el insigne periodista de Huatusco y exreportero de la revista Proceso, José Murillo Tejeda, fallecido en el sismo de 1985 en la Ciudad de México.
Pero como toda ave de tempestades, Cirilo Vázquez Lagunes acabó siendo asesinado en San Juan Evangelista, después de presenciar un juego de béisbol, del que era su pasión. El domingo 19 de noviembre de 2006, durante el gobierno del fidelato, fue emboscado y ejecutado, junto con su suegro Armando Valencia Achontal, padre de su concubina y alcaldesa entonces de San Juan Evangelista, Deysi Magaly Candelario Valencia. Ahí murieron tres policías municipales que custodiaban al entonces poderoso e influyente cacique del sur de Veracruz.
Hoy, los Tronco Gómez –Renato y Miguel-, uno de los caciques que han florecido en el triángulo de Oaxaca-Tabasco-Chiapas con Veracruz, puerta de entrada del narcotráfico, del tráfico de ilegales, de trata de personas y refugio de sicarios de los cárteles de las drogas, dieron por terminado en el mes de mayo pasado el escabroso y espinoso epilogo epistolar que mantuvieron con el gobierno duartista.
Renato, el más polémico y controvertido, dejó inconcluso el periodo de la diputación local por el distrito XXX –la nueva Legislatura local entró en funciones en la primera semana de noviembre de 2013-, porque entendió que su ciclo caciquil no seguirá floreciendo con el gobierno duartista y que su suerte ya estaba echada, pues en la Legislatura solo tenía voz pero no voto. Y su exilio a la Siberia estaba ya cantado.
Pero la contradicción abismal. Por un lado el gobierno duartista  echa del paraíso terrenal al infierno a uno de los sombríos cacicazgos del sur de Veracruz y, por el otro lado sigue acogiendo en su paraíso a los Porras de Minatitlán, a los Merlín Alor de Cosoleacaque, a los Montiel Montiel de Coatzacoalcos, a los Callejas  Arroyo de Misantla, a los Del Ángel Fuentes de Álamo, a los tránsfugas José Ramón Gutiérrez de Velasco Hoyos y Leandro Rafael García Bringas, etc, etc. ¿Cuál es la idea? ¿Un  proyecto transversal? ¡Lo que hace el poder!
Comentarios a gaugar55@gmail.com

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