martes, 18 de mayo de 2010

¿Para qué sirven los militares en el 2010?

José Luis Camba Arriola
México, D. F.

La verdad es que para lo mismo que en 1810 y en 1910 respectivamente. Centenar y bicentenar de ocasiones lo confirman.
Las personas se están acostumbrando tanto al absurdo de que los militares se ocupen de cuestiones civiles que los políticos (al fin personas también, un poco extrañas, pero personas) buscan la manera de legalizarlo con el aplauso generalizado de los comunicadores. Nos dicen que para proteger los derechos fundamentales y castigar a los miembros de las fuerzas armadas que los violen.
Por su parte, algunos militares (también personas, menos extrañas que los políticos, pero también extrañas) han propuesto que mejor los dejen trabajar con más holgura y reduzcan un poquito los derechos fundamentales, mientras acaban con tanto delincuente de ambos fueros. Postura a la que los comunicadores, lógicamente se oponen, pues están de acuerdo con la de que se mantengan los derechos y se castiguen los abusos.
Por último, estamos algunos otros que consideramos que ambos están equivocados pues parten de un punto de vista común, erróneo de origen. A saber, que los militares deben combatir al “Crimen Organizado” (a mí me parece que tanto matadero parece harto desorganizado).
Volvamos un momento a los orígenes. Seamos prácticos, teoricemos:
“Artículo 129.- En tiempo de paz ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar.”
No deja lugar a dudas: en tiempo de paz, los militares solamente pueden dedicarse a cuestiones relacionadas con su disciplina. Ahora bien, que yo sepa, y aunque a veces parezca lo contrario, vivimos tiempos de paz. Entonces, si esto es así, las fuerzas armadas se encuentran imposibilitadas, constitucionalmente, para tomar el control de asentamiento humano alguno, sin importar el número de asesinatos que se cometan en éstos, los quilos de droga que se merquen o la cantidad de dinero que se lave, riegue o reparta..
Y es que en 1917, cuando se redactó nuestra Constitución, los autores ni siquiera tuvieron que discutir las funciones de los militares. Lo tenían muy claro, sobre todo porque la Carta Magna que se estaba reescribiendo marcaba el fin de la más grave guerra popular que México hubiese vivido hasta entonces. El papel de los militares en tiempos de paz no debía interferir, bajo ningún pretexto, con la vida civil. Demasiados ejemplos de ello nos había dejado la historia de la política decimonónica. El riesgo de que el mayor monopolio de fuerza del Estado se corrompiera con tentaciones de poder tenía que ser suprimido. La sociedad debía resolver sus conflictos con medios civiles. El papel de los militares debía circunscribirse a inhibir, con su existencia y continua profesionalización, las amenazas a la soberanía. Sólo en esos casos debía actuar con toda la autoridad que le confería su papel constitucional. Las fuerzas armadas de nuestro país no debían sobajarse dedicándolas, tampoco, a funciones menores. La defensa a la soberanía es lo que, como también hoy, justificaba e informaba su existencia. A ese fin, que en última instancia nadie más puede proteger, debía dedicar sus recursos. A prepararse para estar en condiciones de combatir a quienes, con medios violentos, amenazaren el orden constitucional. Para ninguna otra cosa.
Pero tan claro estaba para los constituyentes de 1917 que el 25 de enero de ese mismo año, después de haber tomado al pie de la letra, el contenido del artículo 128 de la Constitución de 1857, aprobaron, sin discusión alguna, la inclusión de este artículo en nuestra Carta Magna vigente bajo el número 129.
Claro que algunos dirán, que la previsión constitucional que acabamos de comentar, se refiere a que los militares no ocupen cargos civiles simultáneamente. Pues no. Este precepto se especifica, a lo largo de toda la Constitución, cuando se hace referencia a los impedimentos para ocupar el amplio catálogo de cargos públicos con que cuenta el Estado.
Pero eso no es todo, para que no cupiera la duda, el artículo 89 constitucional le informa al Presidente de la República del destino único del trabajo de los militares. Veamos lo que dice:
“Artículo 89.- Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes:
I. …;
VI. Preservar la seguridad nacional, en los términos de la ley respectiva, y disponer de la totalidad de la Fuerza Armada permanente o sea del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación;”
Aclaremos: “Preservar la seguridad nacional,” o sea, “la seguridad interior y” la “defensa exterior de la Federación”. En una palabra: soberanía. Ahora, hasta donde yo me quedé, los asesinatos de inocentes o de delincuentes: de la naturaleza que sean, no implican una amenaza exterior alguna ni tampoco una cuestión de seguridad interior. Una revuelta, un levantamiento armado de insurgentes, como el del EZLN; o una declaración de guerra de una entidad federativa a otra sí son asuntos de seguridad interior y tal como lo manda este artículo de la Constitución, requieren de la intervención del ejército para preservar la seguridad nacional. Los asesinatos o el tráfico de estupefacientes, no.
Como, en mi opinión, tampoco la custodia y traslado de boletas electorales, o los desastres naturales son causales de intervención militar. No, las fuerzas armadas no deben dedicarse a estos asuntos. Ya contamos con nefastas experiencias de corrupción que bajo el pretexto del combate al narcotráfico, han manchando el nombre de las instituciones militares antecalderonianas. Estas tareas no son propias de militares. Ningún país civilizado se las asigna. Tampoco debíamos hacerlo nosotros. La incapacidad de los funcionarios civiles para realizar sus tareas no justifica la intervención militar; lo único que hace es poner en evidencia esa incapacidad.
Por ello sostengo que los militares sirven para resguardar las soberanías. Para ninguna otra cosa. Deben concentrarse en ello y en nada más. Recordemos que por alguna razón, nos guste o no, históricamente, el ejército oficial mexicano nunca ha ganado una guerra. Las ha perdido todas. Desde la Conquista española hasta la Revolución Mexicana, pasando por la Independencia, los ejércitos oficiales del poder en México, han perdido todas las guerras. Que no nos vuelva a pasar.
Recuerdo que hace algunos años, ante estos argumentos, un General del Ejército, tratando de justificar la presencia militar por sustitución de la corrupción policíaca me preguntó enérgicamente (militar, claro está) “¿para los ciudadanos, cuál es la institución más honorable del país?”: a lo que contesté: “los bomberos”. Y claro que eso no justifica que los pongamos a combatir narcos o asesinos.
Entonces, tal como le aclaré al General, lo sostengo ahora: si en opinión de quienes mandan o deciden, los militares están ocupando espacios civiles por ser imposible confiar en las policías; dos son las soluciones: primero, destituir a todos los policías (sino es una doble pelea: contra los delincuentes y contra los delincuentes policiales); segundo, dar de baja a la mitad de los “efectivos” de las fuerzas armadas (alrededor de 150,000 ciudadanos) y recibirlos con los brazos abiertos (rango, mando y antigüedad incluidos) como nuevos miembros sustitutos de los policías corruptos.
De ese modo, se lograría mantener intachable la reputación de los militares. Lo demás seguiría igual, pero los militares estarían mejor y los derechos humanos serían violados por individuos sujetos a las leyes y códigos de los fueros común y federal. Sin regímenes especiales.
Insisto que tampoco solucionaría el problema original, pero lo que están haciendo ahora y lo que pretenden hacer, tampoco.
Por eso, señores políticos, dejen que las fuerzas armadas se dediquen a lo suyo y ustedes dedíquense a lo que les toca. Si no pueden: simplemente renuncien, pero mientras tanto, procuren respetar la Constitución o aún mejor, los principios que la informan.
joseluis@camba.ws
P.D.: Gran parte de este artículo fue plagiado de otro mío publicado en el periódico “La Crisis” el 10 de enero del 2005. Otro contexto, mismos argumentos: propios y ajenos.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Propagare *

* Las encuestas dicen…
* Desconfianza hacia el IEV

Marco Antonio Aguirre Rodríguez

La encuesta difundida por El Universal muestra una tendencia a favor del PRI para la próxima elección bastante alta.
Si la elección hubiera sido ya, al aspirante que va por la Coalición Viva Veracruz, del PAN-Panal, Miguel Angel Yunes Linares, le hubiese tocado un 23 por ciento de la tendencia electoral, mientras a Dante Delgado Rannauro y la ya casi conformada Coalición para Cambiar Veracruz, con el PRD, PT y Convergencia, le hubiese correspondido un 9 por ciento, y al posible abanderado del PRI-PVEM-PRV, Javier Duarte de Ochoa, le habría tocado un 42 por ciento.
Pero lo más llamativo es que los resultados que maneja la encuesta de El Universal son bastante parecidos a los que proporcionó el periódico Milenio hace casi un mes, el 12 de abril, con la diferencia de el porcentaje es ligeramente menor para el PRI en la de El Universal, e igualmente ligeramente mayor para el Pan, pero sustancialmente más consistente para Dante Delgado.
Un comentario al margen sobre este punto, los convergentes y en particular los estrategas electorales de Dante Delgado sustentan en mucho su incremento del voto en irse quedando con electores desencantados del PAN y del PRI.
Lo más interesante es que ambas encuestas siguen procedimientos metodológicos distintos, según las preguntas que muestran cada una.
Pero aún en la parte sustancial las coincidencias se mantienen, como en la pregunta de la seguridad de mantener su voto para las elecciones: con El Universal, el 51 por ciento dijo tener ya una tendencia firme, mientras que en Milenio fue de un 53 por ciento.
Aún así todavía podría haber cambios. De hecho existen múltiples casos donde las tendencias se han revertido por situaciones fortuitas o por campañas mal llevadas.
En lo que sí muestran diferencias las encuestas, en los puntos que tienen en común, es en el resultado de simpatía o cercanía partidista, pues mientras la elaborada por El Universal refiere que un 61 por ciento se dijo independiente, en la de Milenio los que se declararon sin cercanía partidista fueron un 31 por ciento. Por lo mismo los porcentajes de identidad partidista son diferentes, pero en ambos levantamientos muestrales aparece el PRI como el partido con mayor simpatía o cercanía, seguido del PAN, y luego el PRD.
La encuesta de El Universal incluye el apartado de medición de aprobación del gobierno de Fidel Herrera Beltrán por parte de los ciudadanos, la cual se da en un 81 por ciento, mientras que hacia Felipe Calderón Hinojosa y su gestión como Presidente de la República recibe una aprobación del 62 por ciento. En la calificación a cada uno de estos mandatarios, igualmente es mayor la que obtiene el Gobernador Fidel Herrera, con un 7.82, mientras que al Presidente Felipe Calderón, le toca un 7.14.
Las encuestas también tienen otro punto de coincidencia: la poca credibilidad que tiene el Instituto Electoral Veracruzano, la cual es así de alta por los actos en que han incurrido quienes llevan la institución, los cuales han proyectado hacia el exterior divisionismo, desconocimiento y falta de sensibilidad, principalmente.
Los números de El Universal mencionan que un 44 por ciento considera que los resultados que difunda el Instituto Electoral Veracruzano, no serán confiables. La encuesta de Milenio proyectaba que un 46.4 por ciento de los interrogados mencionaron que el IEV le inspiraba poca o ninguna confianza.
Para un órgano electoral estas cifras son demoledoras, porque en mucho su esencia está en la confianza que le inspire a la ciudadanía y la gobernabilidad consecuente que apoye.
El IEV, pues, debe reconfigurarse de inmediato.
La propaganda es lo que se dice, pero también lo que se calla.
En la construcción de la imagen pública entra tanto lo que se difunde como lo que se oculta.
Y esto vale tanto para los candidatos como para las instituciones y entidades de cualquier tipo

* Esta columna tendrá como principal referencia el análisis de la propaganda política.